miércoles, 7 de marzo de 2012

Planteamiento de las tres preguntas y respuesta de una de mi compañera


Las tres preguntas del tema  1.

-          ¿Puede un alumno estar motivado a no realizar la conducta correcta o sólo cuando pasa esto es porque no está motivado? Razona tu respuesta.

-          ¿Porqué los alumnos falsean sus modos de aprendizaje, tiempo de estudios, notas de exámenes, etc?  ¿Es un hecho que se relaciona con la baja autoestima?


-          ¿Puede ser el miedo al fracaso un indicador de éxito  en la mayoría de los casos?



















PREGUNTA DE MI COMPAÑERA
                Atendiendo a la indefensión aprendida que se produce cuando se atribuye de forma repetida el fracaso a causas internas estables; en términos de atribución, a la escasa capacidad. ¿De qué manera podríamos trabajar con los alumnos que manifiestan este estado de depresión para hacerles ver que no es su escasa  capacidad la que origina el fracaso? ¿Cómo podemos ayudar a estos alumnos a aumentar su rendimiento?

MI RESPUESTA
La motivación es la fuerza que nos mueve a realizar actividades. Estamos motivados cuando tenemos la  voluntad de hacer algo y, además, somos capaces de perseverar en el esfuerzo que ese algo requiera durante el tiempo necesario para conseguir el objetivo que nos hayamos marcado.
Motivar a los demás consiste en crear una situación en la que le ofrezcamos algo valioso al otro en función de su mapa actitudinal.
Eso presupone:
1)    conocer al otro, saber lo que valora.
Un alumno al que le gusten los retos reaccionará con interés ante un ejercicio difícil, mientras que la misma actividad puede retraer al alumno al que lo que le gusta es sentirse seguro. Motivar al otro implica  conocerle,  prestarle atención, desarrollar nuestra percepción y nuestra capacidad de empatía. En suma aprender a ser receptivos.
Con frecuencia se asocia la capacidad de motivar al otro con la “acción”, pero la motivación empieza con la no-acción, con la observación y el respeto al otro.

2)    poder actuar sobre las actitudes del alumno y su entorno.
Cuando el entorno ofrece las cosas que valoramos no hace falta que nadie nos motive. El alumno al que le gusta el colegio y que disfruta sacando buenas notas no necesita de ninguna intervención por mi parte, pero cuando esto no es así puedo intentar la intervención directa para cambiar el entorno. Por ejemplo, en el caso de un alumno al que le resulta muy importante tener buenas notas se le puede ofrecer puntos a cambio de trabajo.
Cuando se tiene poder para hacerlo, cambiar los estímulos externos es la forma más rápida de conseguir resultados. El problema es que con frecuencia nos vamos a encontrar con que no tenemos poder para cambiar el entorno de manera adecuada.
Si tengo un alumno al que lo único que le interesa es ponerse a trabajar y la ley le obliga a permanecer en un el colegio contra su voluntad,  no está en mis manos ofrecerle un trabajo ni liberarle del colegio. Cómo tampoco puedo cambiar el currículo para adaptarlo a los gustos y necesidades de alumnos concretos. Picasso se negaba a hacer nada que no estuviese relacionado con el dibujo y, naturalmente, él fracasó en el colegio y el colegio fracasó con él.  Ese fracaso (y otros muchos parecidos y bien documentados de personajes famosos) no dice nada de las aptitudes de Picasso y sí mucho de nuestro sistema escolar y sus deficiencias.

               

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