Las tres preguntas del tema 1.
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¿Puede un alumno estar motivado a no
realizar la conducta correcta o sólo cuando pasa esto es porque no está
motivado? Razona tu respuesta.
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¿Porqué los alumnos falsean sus modos de
aprendizaje, tiempo de estudios, notas de exámenes, etc? ¿Es un hecho que se relaciona con la baja
autoestima?
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¿Puede ser el miedo al fracaso un
indicador de éxito en la mayoría de los
casos?
PREGUNTA DE MI COMPAÑERA
Atendiendo
a la indefensión aprendida que se produce cuando se atribuye de forma repetida
el fracaso a causas internas estables; en términos de atribución, a la escasa
capacidad. ¿De qué manera podríamos trabajar con los alumnos que manifiestan
este estado de depresión para hacerles ver que no es su escasa capacidad la que origina el fracaso? ¿Cómo
podemos ayudar a estos alumnos a aumentar su rendimiento?
MI RESPUESTA
La motivación es la fuerza que nos mueve a realizar
actividades. Estamos motivados cuando tenemos la voluntad de hacer algo y, además, somos
capaces de perseverar en el esfuerzo que ese algo requiera durante el tiempo
necesario para conseguir el objetivo que nos hayamos marcado.
Motivar a los demás consiste en crear una situación en la
que le ofrezcamos algo valioso al otro en función de su mapa actitudinal.
Eso presupone:
1) conocer al otro, saber lo que valora.
Un alumno al que le gusten los retos reaccionará con interés
ante un ejercicio difícil, mientras que la misma actividad puede retraer al
alumno al que lo que le gusta es sentirse seguro. Motivar al otro implica conocerle,
prestarle atención, desarrollar nuestra percepción y nuestra capacidad
de empatía. En suma aprender a ser receptivos.
Con frecuencia se asocia la capacidad de motivar al otro con
la “acción”, pero la motivación empieza con la no-acción, con la observación y
el respeto al otro.
2) poder actuar sobre las actitudes del alumno
y su entorno.
Cuando el entorno ofrece las cosas que valoramos no hace
falta que nadie nos motive. El alumno al que le gusta el colegio y que disfruta
sacando buenas notas no necesita de ninguna intervención por mi parte, pero
cuando esto no es así puedo intentar la intervención directa para cambiar el
entorno. Por ejemplo, en el caso de un alumno al que le resulta muy importante
tener buenas notas se le puede ofrecer puntos a cambio de trabajo.
Cuando se tiene poder para hacerlo, cambiar los estímulos
externos es la forma más rápida de conseguir resultados. El problema es que con
frecuencia nos vamos a encontrar con que no tenemos poder para cambiar el
entorno de manera adecuada.
Si tengo un alumno al que lo único que le interesa es
ponerse a trabajar y la ley le obliga a permanecer en un el colegio contra su
voluntad, no está en mis manos ofrecerle
un trabajo ni liberarle del colegio. Cómo tampoco puedo cambiar el currículo
para adaptarlo a los gustos y necesidades de alumnos concretos. Picasso se
negaba a hacer nada que no estuviese relacionado con el dibujo y, naturalmente,
él fracasó en el colegio y el colegio fracasó con él. Ese fracaso (y otros muchos parecidos y bien
documentados de personajes famosos) no dice nada de las aptitudes de Picasso y
sí mucho de nuestro sistema escolar y sus deficiencias.